jueves, 1 de noviembre de 2007

Huangshan

UN PEQUEÑO PARAISO


V. J. Ochoa-Piccardo

Publicado en el número de diciembre 1980 en la revista China Reconstruye.
Victor Piccardo, venezolano, se encuentra estudiando actualmente en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Qinghua de China (del pie de página original).

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Huangshan (黄山) o las montañas Amarillas, una de la cinco sagradas de China* , están situadas en el mediodía de la provincia de Anhui (安徽) que a su vez, es una de las provincias sureñas de este país. A estas montañas acuden anualmente miles de turistas para gozar, más que la experiencia del alpinismo, las paradisíacas vistas que desde muchísimos puntos se pueden admirar. Una de las primeras sensaciones al llegar aquí fue la de haber descubierto el origen, o mejor dicho, uno de los motivos que inspira a la mundialmente famosa pintura china.

Antes de venir a este sitio yo pensé que se trataba de una montaña, ya que en chino es difícil diferenciar en los nombres propios si se habla en singular o en plural. En realidad se trata de un conjunto de picos rocosos – el más alto alcanza los 1.873 metros – que no forman cordillera y que ocupan una superficie de unos 1.200 kilómetros cuadrados. Las montañas Huangshan son famosas desde tiempos antiguos por sus rocas de formas únicas, sus pintorescos pinos y los mares de nubes que las envuelven. Su nombre actual se remonta al año 747 que corresponde al sexto año del reinado de Tianbao de la dinastía Tang (唐天宝).

Desde Nanjing (南京) partimos en tren hasta Wuhu (芜湖), ciudad mediana a unas 3 horas de viaje. Aquí hicimos algunas visitas y al siguiente día salimos en autobús hasta alcanzar el acceso principal de estas montañas. En el viaje fue interesante notar que todo lo que la vista pudiera abarcar estaba artísticamente sembrado. Arroz es la principal siembra. Mirar las distintas tonalidades del verde que se combinaban entre los distintos cultivos y la vegetación de los bordes del ferrocarril, la carretera o de las montañas, hacían agradable el trayecto. A través de los distintos pueblitos que cruzamos, pudimos ver unas curiosas casas con techos muy gruesos de paja que una red de mecates fijaba. También atravesamos un caserío de picapedreros, todo el mundo mazo en mano, golpeando el cincel o la piedra directamente. Muy próximos a nuestro destino, pasamos por un pueblo donde las viviendas tienen pintados unos dibujos muy interesantes – paisajes, animales, etc. – en la porción de pared arriba de las puertas y ventanas y se los remata con aleros de mampostería, lo que produce un efecto muy original en las fachadas de esas casas.



Llegamos por fin al hotel Fuentes Termales (温泉宾馆), que está al pie de las montañas y en cuyo frente se reunen, todas las mañanas, grupos de excursionistas que se preparan para la subida. Por las tardes se ve regresar a quienes dos, tres o cuatro días antes habían emprendido la expedición.

La subida a la montaña la hicimos por la ladera posterior, que consideramos más conveniente para llegar a la cumbre directamente en el primer día de viaje. En realidad, el ascenso se hace por escalones de piedra que pareciera yacieran allí desde hace siglos por lo que casi forman parte de la naturaleza de la región. Pero no siempre es tan fácil la subida, ya que por haber tramos donde la pendiente es tremenda y sin descansos, ésta se transforma en una escalada agotadora.

Al mediodía, todos bañados de sudor y muertos de cansancio, llegamos a la cima. Nos alojamos en el Mar del Norte (北海宾馆), un hotel de piedra bastante cómodo, donde permanecimos dos noches. Los mejores paisajes se disfrutan no muy lejos de este punto partiendo en diferentes direcciones. Las formaciones rocosas que sobresalen de aquellos profundos abismos son realmente impresionantes. La erosión por efecto del viento y la lluvia ha suavizado las aristas de éstas dándoles un aspecto más noble. De las grietas sobresalen milenarios pinos y como más tarde son imitados en los jardines de Suzhou (苏州园林), se producen aquellas curiosas composiciones de roca y vegetación que sólo la tesonera mano del hombre allá ha podido lograr. Los famosos pinos de Huangshan crecen en abundancia a partir de los 700 u 800 metros de altura.



En Huangshan se cuentan 72 picos jerarquizados a mitades en “grandes” y “pequeños”. Todos tienen sus historias y sus anécdotas. La acción moldeadora de los elementos naturales ha contribuído a la creación de las figuras protagonistas de estos relatos. A medida que ascendíamos de un pico a otro por escarpados y angostos senderos, podíamos ver diversas rocas cuyos nombres las describen tal cual parecen: “Mono contemplando el mar”, “Vaca contemplando la luna”, etc. Desde uno de los puntos más altos se distinguían a la distancia dos grandes rocas que semejan dos hombres sentados frente a frente; entre las rodillas de ambos, un árbol de copa tan lisa que parecía una mesa. Una de las cumbres se llama “Pico de la capital celestial”. La misma vista puede adquirir diferentes dimensiones, de acuerdo a la hora del día o la estación del año. Esto resulta muy estimulante para los aficionados a la fotografía quienes, armados de una dosis de paciencia, aguardan el instante ideal para atrapar el juego asombroso que la bruma envolvente y fugaz realiza con las estáticas rocas y sus contemplativos pinos.

Una mañana, antes del amanecer, nos dirigimos a un mirador natural, especial para ver la salida del sol con la silueta de los 18 Budas (十八罗汉) recortados sobre un cielo teñido de rojo y anaranjado. A veces, con más suerte aún, se puede ver al sol bañando con su esplendor el mar de nubes, que cubriendo todo el vacío infinito semeja una salida del sol en el océano. Cuando aclaró, descubrimos delante de nosotros grandes moles de granito y rocas de configuración extraña; algunas parecían animales, otras tenían forma humana.

El descenso por la cuesta anterior es definitivamente más cansador ya que primero hay que remontar varios picos, ya demasiados empinados y altos, para finalmente tomar la ruta que nos conducirá otra vez a la falda de la montaña. Afortunadamente, con las varias cortas excursiones que ya habíamos hecho en los dos días que permanecimos en la cima, teníamos el cuerpo, especialmente las piernas, entrenadas para este “gran final”. No obstante, las vistas de este lado son mucho más impresionantes debido a la desnudez de la roca que los precipicios ayudan a destacar. En algún tramo hubimos de penetrar una roca que tiene tallados unos escalones para luego aparecer nuevamente al borde del precipicio. Constantemente se ve subir o bajar a los cargadores de comestibles y vendedores de frutas y té ante quienes nos detuvimos para adquirir melones y sandías para refrescarnos un tanto.

Al mediodía arribamos al edificio Mampara de Jade (玉屏楼) donde tomamos un rico almuerzo y luego seguimos el descenso. A media tarde llegamos los primeros al punto original de partida.




Por el canto de los pájaros se deduce que existe una gran variedad en la montaña. La vegetación es también exuberante; abundan las hierbas y plantas medicinales que son explotadas por la farmacopea china. Esto convierte el sitio en objetivo de numerosas expediciones científicas. A diario se ven pintores de distintas tendencias, pero donde se destacan los tradicionalistas, apostados en diversos puntos plasmando con sus pinceles esos fabulosos paisajes. Asimismo, poetas y fotógrafos. En vacaciones, numerosos estudiantes de Shanghai (上海), Nanjing (南京), Beijing (北京), Hong Kong (香港), etc., acuden en grupos a temperar. En un estanque natural, arriba, en la montaña, vimos a un buen número de ellos refrescándose en su fría y cristalina agua.

También nos encontramos con dos profesores y un estudiante de postgrado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Qinghua (清华大学建筑系), que estaban trabajando en un plan general para el desarrollo turístico de la región, incluyendo la conservación y protección de sus bellezas y valores naturales y el diseño de obras de infraestructura turística tales como hosterías, restaurantes, miradores, etc., para así dar mayor realce a la singular belleza de este pequeño paraíso y satisfacer la creciente demanda que el turismo nacional e internacional reclaman.


*Las otras son: Taishan (泰山) en Shandong (山东); Emeishan (峨眉山) en Sichuan (四川); Wutaishan (五台山) en Shanxi (山西) y Lushan (芦山) en Jiangxi (江西).